SALMOS 3:3

En Tierra Seca

3. El Señor no nos ha prometido una vida sin adversidades, pero sí nos ha prometido ser nuestro escudo, nuestra gloria, y el que nos levanta cuando caemos. Pero todo esto es así, o nos damos cuenta que es así, cuando dejamos de confiar solo en nosotros mismos, cuando dejamos de buscar nuestra propia gloria, y cuando dejamos de actuar movidos exclusivamente por nuestros propios intereses o razonamientos. En definitiva, para levantarnos primero debemos admitir que nos hemos caído.

¿A quién acudimos en el día de la adversidad? ¿Acudimos al Señor, o más bien nos parece una buena excusa para dejarlo? ¿Dónde hacemos nuestra fortaleza, en el Cielo, o en la Tierra? Los grandes hombres y mujeres de Dios lo fueron porque pusieron sus pies sobre la roca más alta, la inconmovible, la que llega al mismo trono de Dios.

Nuestra condición de hijos de Dios no debería alimentar…

Ver la entrada original 752 palabras más

Un comentario en “SALMOS 3:3

  1. Oremos también para que cuando estemos en grandes aflicciones que El Espíritu Santo nos ayude a recordar que Dios no nos abandonará jamás.

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.