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Noé halla gracia (Génesis 6:8-11).
Qué bueno es que Dios halle gracia en alguien. No soy un determinista convencido. Creo que Dios se dedica a buscar corazones donde depositar su gracia. Todos tenemos la oportunidad de recogerla y atesorarla alguna vez en la vida. Benditos aquellos que buscan a Dios de todo corazón. Porque lo hallarán y serán hallados por Él.
Se nos dice que Noé era un hombre justo. Así decían de él aquellos que le rodeaban. Noé era un hombre distinto. Vivía piadosamente y nadie podía decir lo contrario. Se nos dice que, comparado con sus contemporáneos, era perfecto ¿Y cuál era su secreto? Como Enoch, andaba con Dios. Y este es sin duda el secreto de la santidad.
Dios había dado descendencia a Noé. Tres hijos de los cuales acabaría descendiendo toda la humanidad.
Aquellos tiempos, como los de hoy, eran difíciles. Se nos dice que la tierra estaba corrompida, y llena de violencia. Señal inequívoca de que la corrupción había llegado a su límite.
Noé es uno de los modelos de fe que nos muestra el libro de Hebreos en su capítulo 11. Sin ver lo que iba a ocurrir, Noé preparó su salvación edificando el Arca. Su fe, le fue contada por justicia. Porque toda su vida giraba en torno al Arca, la única posibilidad de salvarse.
Es indudable que andar con Dios tiene consecuencias muy beneficiosas. Noé o Job son ejemplos que encontramos en las Escrituras. No podían evitar esta bendita influencia. Porque esperaban en su salvación, porque sabían que Él acudiría a rescatarlos en el día de la angustia.
La luz de los justos es como la aurora de la mañana dice proverbios, va avanzando, lentamente, y nada la puede detener. Porque así es la misericordia del Señor. Miqueas nos dice que el justo practica la justicia, ama la misericordia, y anda humildemente.
No hay pequeñas justicias, o pequeñas injusticias. El que es justo en lo pequeño, lo es en lo grande y exactamente lo mismo ocurre con lo injusto.
Por las Escrituras sabemos que la justicia no viene “directamente” de las obras, sino de la fe. Vemos que es una consecuencia inevitable de andar con Dios. Como Noé somos llamados a vivir justa y piadosamente, habiendo sido advertidos de las cosas que han de venir. De esta forma recibimos nuestra herencia en Cristo Jesús y damos testimonio verdadero de Dios. Pedro nos dice que Noé era conocido como un predicador de justicia.
Abraham también fue justo porque andaba delante de Dios. Así es su influencia con todos aquellos que le temen. Vivir delante de su presencia conlleva una actitud de integridad y sinceridad delante de Él. Porque Dios conoce lo más íntimo de nuestro corazón.
El pecado del hombre arrasa con todo. Nos corrompe por dentro y por fuera., afecta incluso al medio ambiente. Por ello, llega un punto en que la vida se hace insostenible. El avance de la corrupción es imparable y con ella, tarde o temprano vendrá la violencia. Los días de Noé se repetirán, y serán señal inequívoca de la venida del Hijo del hombre.
Pero Noé era un hombre distinto a los demás. Él era justo. Andar con Dios, creer aquello que aún no se ve le movió a obedecer construyendo el Arca. No sólo el mal se contagia, el bien también. Su familia, con especial mención de sus hijos, le siguieron en tal “disparatada” empresa.
La violencia es especialmente aborrecida por Dios. Se equivocan aquellos que tardan poco en justificarla. La gran esperanza del Reino de Dios es el fin de la violencia y toda la destrucción que acarrea. Los llamados al derecho y a la justicia son constantes en la Escritura. Se prohíbe cualquier tipo de violencia al extranjero, ello incluye su explotación. Es a su Pueblo a quien responsabiliza de las necesidades de los parias de la sociedad: El huérfano, la viuda, y el inmigrante.
La violencia suele ser también el desencadenante de la ira divina. Es la gota que colma el vaso de la paciencia de Dios. El poder económico y el afán por enriquecerse, la avaricia, suele envalentonar a las naciones para acudir a la guerra.
El pecado humano ya había alcanzado un apogeo terrible en aquellos tiempos. Tarde o temprano sus resultados hubieran barrido a la raza humana de la Tierra. Mediante el Diluvio, Dios sólo aceleró el resultado inevitable de las malas obras de los hombres evitando aún más muerte y destrucción. En medio de una corrupción y una violencia universales, un hombre destacó siendo precioso a los ojos de Dios. Su nombre significaba Descanso; era justo con sus contemporáneos y «sin culpa» delante de Dios; se nos dice que caminaba en comunión con Dios; Su oído era agudo escuchando, y su brazo hábil cumpliendo la voluntad divina. «Por la fe Noé…» Véase Heb.11:7. Tal es el individuo a quien Dios revela Sus secretos y con quien establece sus pactos. Viviendo como Noé, cruzaremos el diluvio de la muerte hasta llegar a la vida de la resurrección, 2Pe.2:5. Viviendo por fe no sólo seremos salvos, también seremos salvos con otros.
El Comportamiento de Caín y su familia (Génesis 4:16-18).
El verbo empleado en el texto bíblico no da lugar a dudas. Caín ignora completamente el castigo de Dios y se establece en la tierra de Nod al este del Edén. El verbo empleado “Yashab” también se utiliza en otras ocasiones para referirse al casamiento. Saliendo de la presencia de Dios, podemos pensar que dejó de adorar al único Dios verdadero. A partir de ahora, otras cosas serían más importantes.
En cualquier caso, Nod significa “Vagabundo”. Con lo cual, muy probablemente, Caín estuvo algún tiempo merodeando por la tierra cercana al lugar donde fue expulsado, que algunos eruditos sitúan entre la actual Siria y el Líbano.
Vemos como una de las peores consecuencias del pecado es el aislamiento. El pecado de Caín lo aisló de Dios, lo alejó de su parentela, provocó el continuo rechazo de todos aquellos que lo rodeaban. El estigma de Caín, “el que mató a su hermano”, siempre lo acompañó.
Pero, Caín finalmente se casó. Quien fuera la esposa de Caín es un misterio, tampoco sabemos si tuvo más esposas. Lo cierto es que sería de la descendencia de sus padres, quienes con toda seguridad tuvieron más hijos. Queda claro que en aquellos albores de la humanidad no había problemas genéticos con el matrimonio entre hermanos. Más adelante, esta práctica quedaría expresamente prohibida en la ley mosaica.
Caín también fundó la primera ciudad que menciona la Biblia: “Enoc”, tomando el nombre de su hijo, que significa “instruido” o “dedicado”. Quizá anhelando que su hijo ejerciera el ministerio sacerdotal que él mismo no pudo hacer. No puso su nombre a la ciudad, algo que hubiera sido más normal, sino el de su hijo. Probablemente para evitar el estigma que suscitaba su propio nombre y como muestra de afecto paternal y de las esperanzas puestas en su primogénito.
De las ciudades podemos decir muchas cosas, buenas y malas. Parece evidente que a Caín lo que de verdad le importaba era este mundo y, en concreto, la tierra que pisaba. Habiendo experimentado el rechazo de los hombres, probablemente construyó la primera ciudad para protegerse de cualquiera que quisiera acabar con su vida. O quizá, para disfrutar de todos los beneficios que aportan las grandes urbes como son el comercio, o la cultura. Aunque no hay que descartar que fuera simplemente el fruto de su ambición, un instrumento más para hacerse más poderoso. Porque las ciudades siempre han sido baluarte del orgullo humano. De hecho, es en ellas donde suele darse el mayor progreso social. Prueba de ello es que la descendencia de Caín se distinguió por su ingenio y creatividad. A pesar de ello, la primera ciudad que menciona la Biblia fue realmente un desafío a Dios.
Para no caer en los errores del primogénito de Adán y Eva, no pongamos todas nuestras esperanzas en este mundo y todo aquello que nos puede ofrecer. Nuestras moradas no van a ser eternas.
No es fácil aceptarlo, pero lo cierto es que un día todo va a ser destruido. Nada de lo que poseemos se mantendrá generación tras generación. La prueba es que ya nada queda de la ciudad que fundó Caín.
FILIPENSES 3
Señor, sé tú nuestro gozo, ahora, y siempre. Que nunca dejemos de regocijarnos en ti. Guárdanos de los perros, hacedores de maldad que sólo buscan despedazarnos. Aleja de nosotros cualquier confianza en la carne, que nuestro servicio sea siempre en el Espíritu, y nuestra única gloria en Cristo Jesús. Ayúdanos a considerarte como nuestro bien supremo. A tener todo por pérdida con tal de adquirir más conocimiento de ti. Que todo se disipe a tu lado. Haz que nuestra fe sea fecunda en frutos de justicia procedente de ti. Ayúdanos a comprender el poder de tu resurrección, así como la valía de participar en tus sufrimientos. Muévenos a ser fieles imitadores de ti, siguiendo el ejemplo de nuestros hermanos y hermanas maduros. A no poner nuestra mente en las cosas de este mundo, y a considerar nuestra ciudadanía está en los Cielos. Mientras tanto, deseamos intensamente tu regreso, y el poder por el cual transformarás nuestros cuerpos por el poder que te ha sido dado. Te alabamos y bendecimos por ello. En tu nombre. Amén.
PROVERBIOS 14
Señor, danos sabiduría para saber edificar nuestros hogares. Pon tu santo temor en nosotros para andar por camino de rectitud. Guárdanos de toda soberbia, vigila nuestros labios. Ayúdanos a ser trabajadores. A ser baluartes de la verdad. Haznos ver la gravedad del pecado. Muéstranos, Señor, el camino a seguir, tú que ya lo has recorrido. Danos contentamiento, sea cual sea la situación. Pon en nosotros temor para apartarnos del mal. Ayúdanos a confiar en la recompensa que conlleva hacer el bien. Líbranos de menospreciar al prójimo. Sea cual sea su condición. Y no dejes que la envidia anide en nuestro corazón. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén.
ÉXODO 38
Dios y Padre celestial. Haznos generosos para tú obra, pon en nosotros espíritu de sacrificio y llena nuestro camino de acciones de gracias. Muévenos según nuestros dones. Haz que los pongamos a tus pies, y concédenos, por tu benevolencia, ser habitación de tu misma presencia. En el nombre de Jesús. Amén.
EFÉSIOS 3
Dios y Padre Celestial. Aunque primeramente no lo entendamos, te agradecemos todas aquellas crisis que permites en nosotros para beneficio de tu obra. En medio de ellas, te pedimos tu guía para saber los planes que guardas para cada uno de nosotros.
Te damos gracias por los proyectos de unidad y harmonía que en ti tendremos en un futuro tanto judíos como gentiles. Por el privilegio de servirte y extender el Evangelio por tu poder y tu gracia. Porque aun siendo indignos, nos has concedido el proclamar sus innumerables riquezas.
Ayúdanos a ser fiel reflejo de tu sabiduría ante las multitudes celestiales que nos observan. Te damos gracias, también, por las vidas de todos aquellos que sufrieron, o incluso dieron su vida para que hoy nosotros alberguemos el Evangelio. Gracias por poder estar hoy sin temor en tu misma presencia.
Ahora, fortalécenos en tu espíritu con la multitud de recursos que has puesto a nuestro alcance, habita en nuestros corazones por la confianza que hemos puesto en ti. Arráiganos y fortalécenos sólo en tu amor. Ayúdanos a comprender, juntamente con la iglesia universal, las dimensiones de tu compasión y la profundidad de tu amor. Aunque no alcancemos a comprenderlo completamente, ayúdanos a experimentar tu amor. Conscientes que eres capaz de llevar a cabo planes en nosotros mucho más grandes de lo que podemos imaginar. A ti sea la Gloria en tu iglesia. Ahora y por siempre. Amén.
ÉXODO 34
Padre amado. Hoy te alabamos y bendecimos por tu inmensa santidad. Perdona, todas aquellas veces que la pasamos por alto. Te alabamos y bendecimos porque eres el Dios de toda compasión y toda misericordia ¡Cuán grande es tu paciencia con nosotros! Tu fidelidad es inquebrantable y tu amor nos acompaña generación tras generación. Perdonas nuestra iniquidad, rebelión y pecado, pero no pasas por alto nuestra culpa. Justamente cosechamos lo que sembramos. Haznos ver las onerosas consecuencias de nuestro pecado. Por tu gracia, endereza todo aquello que hemos torcido. Y doblega nuestro espíritu en sincera adoración a ti. Porque grande es tu favor, acompáñanos te pedimos. Porque ciertamente somos un pueblo terco y rebelde. Pero ten misericordia de nosotros y tómanos por tu especial tesoro.
Manifiesta tu poder entre nosotros para que muchos lo vean y crean, apártanos de toda idolatría. Que no sigamos los caminos de aquellos que se pierden. Que tú seas el único objeto de nuestra adoración. Que no nos olvidemos de celebrarte juntos en la congregación. Que nuestras vidas sean un continuo sacrificio de adoración y alabanza. Graba tus mandamientos en nuestros corazones. Y que nuestro rostro refleje tu presencia en nuestras vidas. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén.
JUAN 8
Señor, danos luz para ver nuestro propio pecado. Líbranos de todo espíritu de juicio y de condena. No nos dejes caer en tentación. Sé tú, Señor, nuestro principio y nuestro fin. Acompáñanos en nuestro andar diario, que nada permanezca oculto ante tu mirada, y que nuestro testimonio sea fiel. Aumenta nuestra fe en ti. Ayúdanos a permanecer en ti y en tu Palabra. Danos la libertad que tanto anhela nuestra alma. No dejes que huyamos de la verdad. No dejes que busquemos nuestra gloria, porque por ella juzgamos a los demás.
Alabado y bendito seas porque la bendición de guardar tu Palabra trasciende la misma muerte. Y porque siempre has estado ahí, desde antes de la fundación del mundo. Amén.
ÉXODO 21
Hoy pedimos al Señor que nos caractericemos por cuidar y respetar nuestra familia, así como por nuestra responsabilidad en el trabajo. También pedimos respeto por la dignidad humana, no apoyando, directa ni indirectamente, el abuso o la explotación laboral.
Pedimos también ser cuidadosos con nuestros deseos y pensamientos, porque ninguna forma de odio, por inocua que nos parezca, pasa desapercibida delante de Él. Cuidar el trato con nuestro prójimo, porque así tratamos, así nos tratarán. Igualmente, pedimos ser capaces de valorar justa y ecuánimemente los bienes materiales, nunca poniéndolos por encima de la dignidad que merece todo ser humano.