Señor, hoy, una vez más, te pedimos perdón por nuestro pecado. Somos conscientes de su influencia en todo lo que pensamos, decimos, o hacemos. No queremos ignorar nuestra culpa. Por eso, queremos reconocer y confesar la necesidad de tu perdón. Porque tú eres nuestra expiación, el sacrificio que quita y borra para siempre nuestro pecado. Ayúdanos, a responderte con gratitud sin apartarnos de la sombra de la cruz. Alabado y bendito seas. Amén.