Padre nuestro que estas en los Cielos, desde nuestra condición de hijos amados, ayúdanos a imitarte en amor tal como Cristo nos amó, siendo ofrenda y sacrificio agradable a ti. Apártanos, pues, de toda forma de fornicación o de codicia. Perdona también nuestras palabras torpes, necias, fanfarronas o soeces. Aléjanos también de la idolatría que conlleva toda codicia. No dejes que menospreciemos las riquezas eternas prefiriendo las temporales. No permitas que tengamos “relaciones comerciales” con los hijos de desobediencia. Ayúdanos a andar como hijos de luz por tu Santo Espíritu dando frutos de bondad, justicia y verdad. Aprobando aquello que te es agradable. No dejando que nos conformemos con las obras infructuosas de las tinieblas. Despiértanos del letargo que nos proporciona el confort, ayúdanos a redimir el tiempo, teniendo siempre interés en conocer tu voluntad. Que también nos llene el gozo de tu Santo Espíritu. La alabanza a ti sea nuestra forma de comunicarnos. Siendo agradecidos en cualquier circunstancia. Sujetándonos los unos a los otros en tu santo temor. Dejándonos gobernar por el amor. Y teniendo en gran estima el don de la familia. En el nombre de Jesús te lo pedimos todo. Amén.