Señor, ayúdanos a entrar en tu reposo. Que a nada condicionemos nuestro inmerecido acceso al trono de tu gracia. Haznos entender que fuera de tu redención no hay posibilidad de ser salvo. Que por medio de nuestra fe y confianza sean abiertas las puertas de nuestro corazón y entre tu paz.
Muévenos también a realizar sacrificios de acciones de gracias. Despierta los dones que nos has dado y haz que los pongamos a tus pies. Que tengamos consciencia de nuestra pertenencia a ti. Habita, pues, en medio de nosotros y dirígenos.
Te pedimos perdón por tanta desidia y tanta mediocridad. Ayúdanos a darte lo mejor de cada uno de nosotros, haz que dejemos de ser el centro de nuestra vida. Haznos voluntariosos y dadores alegres te pedimos. En el nombre de Jesús. Amén.