ÉXODO 36

Señor, danos hoy toda sabiduría e inteligencia para realizar toda obra en santidad. Que el resultado de la labor de nuestras manos sea de tu agrado. Muévenos, Señor, conforme tu voluntad. Haznos generosos para traer ofrenda agradable ante ti. Haznos voluntariosos, que nada hagamos por obligación ni a desgana. Danos destreza para ser tus manos y tus pies a lo largo de todo el camino. En el nombre de Jesús. Amén.

EFÉSIOS 4

Señor, hoy te pedimos que nuestro modo de vivir sea digno de nuestro llamado. Siendo siempre humildes, amables y pacientes. Tolerantes unos con otros, practicando el verdadero amor. Ayúdanos a ceder para mantener la unidad en el vínculo de la paz. Porque una es nuestra esperanza, uno nuestro Señor, una nuestra fe, uno nuestro bautismo, y uno el Dios y Padre de todos.

Capacítanos para servir, pero sólo con el propósito de edificar tu cuerpo. Llénanos de tu conocimiento, y haz que cada día seamos más parecidos a ti.

Ayúdanos a sujetarnos a ti y a nuestros hermanos. A no vivir alejados de ti, participando encubiertamente de toda inmoralidad o deseo engañoso. Más bien, renueva nuestra mente conforme a tu justicia y santidad.

Haz que la verdad sea nuestro idioma, pon caducidad a nuestro enojo, ayúdanos a abandonar el pecado con todas sus obras. Aleja igualmente de nosotros la amargura, la ira o cualquier otra forma de malicia. Haznos trabajadores, pero para poder compartir con los necesitados, bondadosos, compasivos y empáticos unos con otros evitando también toda palabrería. Y haz que nos perdonemos mutuamente, tal y como tú nos has perdonado en Cristo Jesús. Amén.

PROVERBIOS 11

Señor, enséñanos la sabiduría que fluye de la humildad, y apártanos de la vergüenza que provoca el orgullo. Afiánzanos en integridad, deshaz toda hipocresía, ayúdanos a ver la futilidad de las riquezas frente a tu ira, y el tremendo valor de la justicia. Haz que ella enderece nuestros caminos y nos aleje de toda codicia. Ayúdanos a considerar la brevedad de la vida, a no maldecir con nuestra lengua, y a tener por gran estima el verdadero conocimiento. Pon tu amor en nosotros para alcanzar a todos los que nos rodean, no sólo con palabras, también con lazos fuertes amor, aunque por ello mengüen nuestras posesiones. Ayúdanos a desear la dicha del bondadoso. Ayúdanos a ver que sólo en la justicia está el camino de la vida. Y que sólo tú, finalmente, juzgarás todo hombre. En el nombre de Jesús. Amén.

JUAN 14

Señor, te agradecemos la paz que nos otorga la confianza que hemos depositado en ti. Gracias por haberte revelado a nosotros, por haberte conocido como el único camino al Padre. Alabado y bendito seas por las moradas eternas que nos esperan a tu lado. Nos conforta y nos llena de esperanza saber que pronto vendrás a buscarnos.

Ayúdanos a contemplar la vida desde tu perspectiva. Sabiendo que sólo tu eres el Camino, la Verdad, y la Vida. Danos también fe, para hacer tus obras, aquellas que glorifican al Padre. Gracias por el Espíritu Santo, gracias por ser su morada. Gracias por todo lo que Él nos enseña. Y por la paz que nos trae de ti. Porque ella ahuyenta todo espíritu de angustia y de cobardía. Muéstranos ahora tu voluntad te pedimos. Que tus pasos, precedan siempre los nuestros. En el nombre de Jesús. Amén.

ÉXODO 35

Señor, ayúdanos a entrar en tu reposo. Que a nada condicionemos nuestro inmerecido acceso al trono de tu gracia. Haznos entender que fuera de tu redención no hay posibilidad de ser salvo. Que por medio de nuestra fe y confianza sean abiertas las puertas de nuestro corazón y entre tu paz.

Muévenos también a realizar sacrificios de acciones de gracias. Despierta los dones que nos has dado y haz que los pongamos a tus pies. Que tengamos consciencia de nuestra pertenencia a ti. Habita, pues, en medio de nosotros y dirígenos.

Te pedimos perdón por tanta desidia y tanta mediocridad. Ayúdanos a darte lo mejor de cada uno de nosotros, haz que dejemos de ser el centro de nuestra vida. Haznos voluntariosos y dadores alegres te pedimos. En el nombre de Jesús. Amén.

EFÉSIOS 3

Dios y Padre Celestial. Aunque primeramente no lo entendamos, te agradecemos todas aquellas crisis que permites en nosotros para beneficio de tu obra.  En medio de ellas, te pedimos tu guía para saber los planes que guardas para cada uno de nosotros.

Te damos gracias por los proyectos de unidad y harmonía que en ti tendremos en un futuro tanto judíos como gentiles. Por el privilegio de servirte y extender el Evangelio por tu poder y tu gracia. Porque aun siendo indignos, nos has concedido el proclamar sus innumerables riquezas.

Ayúdanos a ser fiel reflejo de tu sabiduría ante las multitudes celestiales que nos observan. Te damos gracias, también, por las vidas de todos aquellos que sufrieron, o incluso dieron su vida para que hoy nosotros alberguemos el Evangelio. Gracias por poder estar hoy sin temor en tu misma presencia.

Ahora, fortalécenos en tu espíritu con la multitud de recursos que has puesto a nuestro alcance, habita en nuestros corazones por la confianza que hemos puesto en ti. Arráiganos y fortalécenos sólo en tu amor. Ayúdanos a comprender, juntamente con la iglesia universal, las dimensiones de tu compasión y la profundidad de tu amor. Aunque no alcancemos a comprenderlo completamente, ayúdanos a experimentar tu amor. Conscientes que eres capaz de llevar a cabo planes en nosotros mucho más grandes de lo que podemos imaginar. A ti sea la Gloria en tu iglesia. Ahora y por siempre. Amén.

JUAN 13

Señor, alabado y bendito seas porque la autoridad del Padre tuya es. De Él vienes, y con Él estás. Siendo Dios, te hiciste hombre y te humillaste hasta lo sumo. Te agradecemos tu vocación de servicio incondicional con todos, pero en especial con aquellos que te seguimos. Ayúdanos a servirnos los unos a los otros siguiendo tu ejemplo. Gracias por tu presencia en nuestras vidas. Danos consuelo, fuerzas y ánimo para afrontar las dificultades y la oposición que encontramos siguiendo tus pisadas. Aleja todo temor. Muéstranos la Gloria que acompaña tus sufrimientos. Graba en nuestra mente y en nuestro corazón tu mandamiento de amarnos los unos a los otros tal y como tú has hecho. Haz, Señor, que todos puedan ver que somos tus discípulos. En el nombre de Jesús. Amén.

La serpiente engaña a Eva (Génesis 3:1-5)

El terreno de la mentira siempre es pantanoso. Uno no puede pretender que está preparado para afrontarlo sin que haya tan solo posibilidad de ser engullido por él. Basta un poco de astucia para que todo sea confuso, y antes de que nos demos cuenta ya estamos con el agua al cuello. El mismo Señor Jesús nos aconseja estar alerta constantemente, empleando incluso la astucia, para revertir toda artimaña diseñada para hackear nuestro corazón.

La serpiente prepara el terreno lanzando puñados de dudas esperando que alguna de ellas llegue a germinar. Siempre ha sido esta su estrategia. Irrumpe en la vida de Eva en el momento más inesperado y desfigura la realidad insinuando que Dios no es tan bueno como parece. Hay algo que les está ocultando. De hecho, insinúa que Dios les está privando del pleno uso y disfrute del jardín. Quizá Dios está empezando a acotarles el acceso al comprobar lo capaces que son de desenvolverse.

Pero Eva se defiende bien, tanto ella como Adán han recibido instrucciones claras de Dios. Pueden experimentar absolutamente todos los frutos del jardín exceptuando uno sólo que está justo en medio. Porque del cumplimiento de este mandato depende absolutamente todo. La advertencia es seria. Viene de Dios, y las consecuencias son realmente funestas: “La muerte”.

Pero la serpiente sabe utilizar perfectamente su mejor arma: La mentira. Introduce en este mundo la materia prima de todas las desgracias. No es tan fácil lidiar con ella. Nosotros mismos somos empapados con mentiras constantemente. Nunca debemos dar por sentado que sabemos discernir entre los que es cierto y lo que no lo es. Eva no era una ingenua, como se nos ha querido hacer ver a menudo. La serpiente le cuenta una sarta de “verdades a medias” que no puede refutar. Es cierto que “sus ojos serán abiertos”, “y tendrán conocimiento del bien y del mal igual que Dios”. Sin embargo, todo es una fenomenal artimaña altamente letal y contagiosa que sólo tiene un propósito: “La abolición definitiva del hombre”. Porque sus ojos serán abiertos, sí, pero para descubrir su propia vergüenza, y el conocimiento del bien y del mal que adquirirán sólo hará cristalizar el pecado en sus corazones subyugándolos desde el primer instante, haciéndoles sufrir sus inevitables consecuencias desde el primer bocado, entre ellas: La muerte.

El problema no fue la astucia, sino el engaño y el orgullo. Esta serpiente, Satanás, no ha dejado de utilizar sus artificios engañosos para engañar a todos, dentro y fuera del pueblo de Dios. Hoy continúa haciéndolo, especialmente entre nosotros, siempre apartándonos de una devoción sincera y pura a Cristo. El mal siempre es el mismo: Un cristianismo sin Cristo. Y hoy lo estamos viviendo más que nunca.

En Apocalipsis, cuando el “Gran Dragón”, “la Serpiente Antigua”, o Satanás es arrojado a la Tierra, se le asigna el título de “el engañador del mundo entero”. Ese es su nombre, y de sus mentiras se nutre la maldad del corazón humano.

¿Entonces cuál fue el tropiezo de Eva? Cuestionar la autoridad y la credibilidad de Dios. El asunto era verdaderamente trascendente porque había sido Dios quien había dicho: “el día que de él comieres ciertamente morirás”. De ello desprendemos que la condición natural del hombre es la muerte, porque la vida que experimentamos hoy no tiene nada que ver con la vida antes de la entrada del pecado en el corazón del hombre.

Lamentablemente, siempre encontramos escusas para justificar nuestro pecado, lo llamamos de mil formas para rebajarlo: Siempre ha sido otro el que lo empezado, o en el peor de los casos, otro el que lo ha hecho. Pero Dios sigue buscándonos, sigue esperando oír de nuestros labios: “Contra ti, sólo he pecado”.

La verdad y la vida están tan unidas como la mentira y la muerte. La introducción de la mentira en este mundo nos inyecta la muerte inevitablemente. Del mismo modo, regresando a la verdad, volveremos a respirar el espíritu de vida perdido. O somos hijos de la verdad o somos hijos de la mentira, porque sólo podemos tener un padre. Debemos escoger a quien queremos estar sujetos. Porque ambos siempre tienen deseos contrapuestos, y sólo nosotros decidimos a quien de los dos servimos.

ÉXODO 34

Padre amado. Hoy te alabamos y bendecimos por tu inmensa santidad. Perdona, todas aquellas veces que la pasamos por alto. Te alabamos y bendecimos porque eres el Dios de toda compasión y toda misericordia ¡Cuán grande es tu paciencia con nosotros! Tu fidelidad es inquebrantable y tu amor nos acompaña generación tras generación. Perdonas nuestra iniquidad, rebelión y pecado, pero no pasas por alto nuestra culpa. Justamente cosechamos lo que sembramos. Haznos ver las onerosas consecuencias de nuestro pecado. Por tu gracia, endereza todo aquello que hemos torcido. Y doblega nuestro espíritu en sincera adoración a ti. Porque grande es tu favor, acompáñanos te pedimos. Porque ciertamente somos un pueblo terco y rebelde. Pero ten misericordia de nosotros y tómanos por tu especial tesoro.

Manifiesta tu poder entre nosotros para que muchos lo vean y crean, apártanos de toda idolatría. Que no sigamos los caminos de aquellos que se pierden. Que tú seas el único objeto de nuestra adoración. Que no nos olvidemos de celebrarte juntos en la congregación. Que nuestras vidas sean un continuo sacrificio de adoración y alabanza. Graba tus mandamientos en nuestros corazones. Y que nuestro rostro refleje tu presencia en nuestras vidas. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén.

EFÉSIOS 2

Señor, alabado y bendito seas por habernos dado vida juntamente con Cristo. Por habernos librado del pecado y la muerte, por habernos salvado en tu Gracia. Bendito seas por habernos sentado a tu diestra en los lugares celestiales, por la fe que has puesto en nuestros corazones, porque por ella nos vas moldeando día a día para buenas obras, aquellas que nos has preparado de antemano.

Gracias por habernos incorporado a tu pueblo mediante la sangre de tu hijo. Por habernos llenado de esperanza, por ser nuestra paz. Por habernos reconciliado en la cruz, y por habernos dado un mismo Espíritu por el cual tenemos acceso al Padre.

Gracias, también, por las Escrituras, y por ser tú nuestra piedra angular, aquella sobre la cual somos edificados para morada de Dios en el Espíritu. En el nombre de Jesús. Amén.