Señor, te damos gracias por la libertad que nos has otorgado. Te pedimos ahora que nos fortalezcas en ella para no volver a la esclavitud del pecado o los rudimentos de la ley. Ayúdanos a no caer de la Gracia. Que el amor sea el motor de nuestra fe. Haznos obedientes a la verdad. Aparta toda carnalidad en nosotros, más sea nuestra libertad el acicate que necesitamos para servirnos los unos a los otros en amor. Sea el amor al prójimo el lema de nuestra vida. Que nada estorbe este propósito. Sea el Espíritu Santo como nuestro calzado. Danos sus fuerzas en nuestras luchas contra nuestros deseos pecaminosos mientras caminamos en Él.
Sustituye en nosotros el adulterio, la fornicación, la inmundicia, la lascivia, la idolatría, la superstición, las enemistades, los pleitos, los celos, las iras, las contiendas, las disensiones, las herejías, las envidias, los homicidios, las borracheras, las orgías o cosas semejantes, por el amor, el gozo, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la fe, la mansedumbre, la templanza. Porque en ti Señor, hemos sido crucificados, y en tu Espíritu ahora vivimos. Amén.