Señor, guarda y protege la libertad que tenemos en ti. Que ningún tipo de esclavitud impida que la verdad del Evangelio se desarrolle en nosotros. Pon humildad en nosotros, Señor, no dejes que nos ciegue nuestra ambición. Porque nadie es más que nadie ante tu presencia. Tú no haces acepción de personas. No dejes que sea así entre nosotros. Haz que nuestro afán sea más bien cuidar al pobre y al menesteroso.
Muévenos, Señor por la fe que hemos depositado en ti, y no dejes que volvamos a la “meritocracia” de la ley y la hipocresía que conlleva. Ayúdanos, pues, a morir a estas cosas y vivir sólo en y para ti. Porque sólo en ti Señor somos justificados. Que nada nos aparte de tu gracia. Que nada haga vana tu muerte en la Cruz. En el nombre de Jesús. Amén.