Señor. Ayúdanos a no olvidar tus mandamientos, porque ellos nos dan vida y nos dan paz. Átalos con fuerza a nuestro cuello, graba con cincel la misericordia y la verdad en nuestros corazones.
Ayúdanos a confiar en ti, pero de todo corazón. No dejando lugar a nuestra propia prudencia. Abre nuestros ojos para reconocerte en todos nuestros caminos, endereza nuestras veredas. Perdónanos por ser tan sabios en nuestra propia opinión, e infunde temor en nuestro corazón para huir del mal, y así traer salud a nuestras vidas.
Mueve, Señor, nuestro corazón para honrarte con nuestros bienes, y con nuestro esfuerzo. Ayúdanos a verlo como la mejor inversión.
No dejes que menospreciemos tu disciplina. Porque por ella somos corregidos, y somos reconocidos como hijos tuyos.
Ayúdanos a desear la sabiduría y el conocimiento. Muéstranos su inmenso valor, así como la paz que aportan a nuestra vida. Porque por la sabiduría alcanzamos el árbol de la vida, por ella fueron creados los Cielos y la Tierra, por ella medimos nuestras palabras, evitamos el tropiezo, y dormimos sin temor.
Muéstranos, Señor, oportunidades para ejercer la solidaridad. Danos sabiduría para fomentar la paz. No permitas que envidiemos el opresor. Y danos fuerzas para aguardar toda la gloria que espera a los que te aman.