Señor, pon en nosotros sed de sabiduría. Adiéstranos para ser justos y ecuánimes. Danos la prudencia que necesitamos, así como el verdadero conocimiento y discreción. Pon, Señor, en nosotros tu santo temor.
Ayúdanos a descubrir la belleza de honrar a nuestros mayores. No dejes que tomemos parte con los engañadores, los violentos, o los ladrones. Frena nuestros pies cuando empiecen a correr hacia el mal. Que no caigamos en las redes de aquellos que buscan nuestra ruina. Que nuestras vidas no estén entre las de aquellos que desean ganancias deshonestas, o de aquellos que despojan a los pobres para enriquecerse.
Señor, destapa nuestros oídos, cura nuestra sordera. Porque la sabiduría grita en las calles, pero son pocos los que la escuchan. Abre nuestro entendimiento mediante la reprensión para que tu Santo Espíritu encuentre lugar en nuestros corazones.
Admitimos que tantas veces oímos, pero no escuchamos, nos tiendes la mano, pero la rechazamos. Porque ignoramos tu consejo, y huimos de tu reprensión. Muévenos al arrepentimiento antes que nos sobrevengan el terror y la calamidad. Porque funestas son las consecuencias de odiar el conocimiento y de menospreciar el temor de Dios.
Que más bien escojamos escucharte para habitar seguros, y así vivir en paz sin temer desgracia alguna. Amén.