Hoy pedimos a Dios una mano dadivosa, abierta y dispuesta a sembrar con generosidad para recoger después con abundancia. Practicando el altruismo como forma de vida, no por obligación, ni a desgana, sino con gozo. Sabiendo que más bienaventurado es dar que recibir. Pedimos también que, por su gracia, nos haga abundar en buenas obras. Cuidándonos los unos de los otros. Y contribuyendo a la proclamación del Evangelio con liberalidad.