El Cultivo del Jardín del Edén (Génesis 2:8-14)

El Cultivo del Jardín del Edén (8-14)

Dios sitúa al hombre en una parte exquisita de su creación. Concretamente hacia el Este, en el Jardín del Edén. Allí Dios crea un entorno idílico en el que hace crecer todo tipo de árboles y vegetación para deleite de los sentidos. En especial Dios tiene cura de crear árboles y plantas que provean de sabrosos y nutritivos alimentos.

Pero, entre todos aquellos árboles había dos muy especiales. Uno era el árbol de la vida. Desconocemos cómo era, o qué propiedades tenía aquel árbol. Pero lo cierto es que proporcionaba todo lo necesario para una vida plena y sin final. Adán no sólo prolongaba su existencia a través del tiempo, también disfrutaba de una vida plena en comunión con Dios con la ayuda de aquel fruto.

Sin embargo, cada vez que Adán se acercaba a comer del árbol de la vida tenía, forzosamente, que cruzarse con otro que certificaba, precisamente, su aptitud para comer de tan preciado árbol: Este otro árbol era llamado del conocimiento del bien y del mal. Paradójicamente, obedecer a Dios privándose de ese fruto le capacitaba para seguir comiendo del otro.

En este pasaje vuelve a aparecer el elemento del agua. Esta vez, para decirnos que el Edén era fuente de cuatro ríos que regaban toda esta tierra paradisiaca. Un agua de vida, y un árbol de la vida sustentan toda esta maravilla natural. Resulta difícil no escuchar los ecos lejanos de Jesús y la Cruz. O de la Jerusalén Celestial de Apocalipsis con su árbol y río de agua de vida.

A juzgar por los datos que ofrece el texto, el Edén quedaría ubicado en territorio de la actual nación de Irak. Situado justo donde nacen el Tigris y el Éufrates, que aún conservan el nombre después de tantos años. Curiosamente, el Edén queda localizado, más o menos, justo en medio de cuatro mares: El Mar Negro, el Mar Caspio, el Mar mediterráneo, y el Mar de Omán. El oro y el ónice mencionados no sólo indican la riqueza de toda aquella tierra, también aluden al Tabernáculo del Éxodo, pues serán materiales necesarios para su construcción. Los nombres de los territorios pertenecen a pueblos descendientes de los primeros pobladores de la Tierra.