Hoy nos gozamos, y nos alegramos profundamente porque Jesucristo, el que vive, no está entre los muertos ¡Ha resucitado! Alabado y bendito sea Dios quien lo levantó de entre los muertos.
También damos gracias al Señor por nuestras hermanas en la fe, por su ejemplo, siempre más propensas a creer que nosotros, los hombres.
Pedimos también al Señor que quite cualquier velo que nos impida reconocer a Cristo, porque, verdaderamente, ha resucitado y está entre nosotros.
También le rogamos que nos muestre su presencia, y su imprenta a lo largo de toda la Escritura. Igualmente oramos para que transforme nuestros miedos en paz y esperanza. También le rogamos que abra nuestra mente para comprender las Escrituras, capacitándonos para proclamar el Evangelio mientras su bendición nos llena de gozo.