Hoy agradecemos al Señor haber seguido el camino de la Cruz hasta el final. Le damos gracias por su ejemplo de amor y no violencia. Le damos gracias por haber cargado y sufrido todas nuestras ofensas abriendo las puertas del perdón de Dios a toda la humanidad.
También le agradecemos su victoria sobre el pecado y la muerte, la promesa de su venida y la instauración de su Reino, así como la Esperanza de la Vida Eterna que nos ha sido dada por la fe que hemos depositado en Él.