Hoy alabamos y bendecimos a Dios por habernos salvado de la condenación eterna y por habernos librado de la tiranía del pecado. Le pedimos perdón, una vez más, por nuestras faltas y le rogamos que:
- Nos aparte de toda idolatría.
- Que no camuflemos nuestros ídolos detrás de su santo nombre, y que nuestro amor por él sea la única motivación para obedecerle.
- Que su santo temor nos llene de respeto a su Palabra y su persona.
- Que sepamos apartar siempre un tiempo para descansar plenamente en Él, gozándonos en su persona, adorándole por su poder, misericordia, verdad, y justicia.
- Que nunca dejemos de honrar aquellos que nos criaron y dieron la vida.
- Que ninguna forma de odio, manifiesta o encubierta, infecte nuestro corazón. Que seamos artesanos del asertividad. Amando sin restricciones, a tiempo y a destiempo.
- Que ninguna forma de adulterio nuble nuestra vida.
- Que el robo, la explotación, el abuso, o la corrupción no manchen nunca nuestras manos.
- Que nunca neguemos la verdad a nadie.
- Y que la codicia, madre de todos los pecados, no detone todo tipo de iniquidad en nuestra alma.
Por último, pedimos que su temor defina los límites que nunca debemos traspasar, y que nuestras vidas sean un continuo sacrificio de alabanza al único Dios, creador de los Cielos y la Tierra.