Hoy alabamos y bendecimos a Dios por habernos venido a buscar y habernos salvado. Damos gracias por su perdón y por la oportunidad que nos ha sido dada de revertir los efectos del pecado en nuestra vida siendo bondadosos y misericordiosos los unos con los otros.
Rogamos también al Señor que nos dé un espíritu sabio, voluntarioso y fiel para administrar con habilidad su Gracia y todos los dones que de Él hemos recibido. Porque formando parte de una sociedad que aborrece al Señor la labor es harto compleja.
Pedimos pues un corazón dispuesto a entregar al Señor todo aquello que Él requiera. También un espíritu gozoso que reaccione con adoración al contemplar todas sus obras. Que la compasión por todos aquellos que se pierden nos mueva a la piedad. Y que nunca caigamos en la tentación de mercadear con religiosidad de tres al cuarto para sacar ningún rédito personal.