LUCAS 18

Hoy pedimos al Señor que nada diluya nuestra fe. Que no desmayemos orando, que no dejemos de rogar en todo momento y ante cualquier situación.

Pedimos también que nos haga alérgicos al enaltecimiento personal y el desprecio al prójimo que conlleva, pero adictos a la humildad necesaria para curarnos de nuestro propio pecado.

Pedimos al Señor un corazón de niño para recibir todas las enseñanzas de Jesús y tener así entrada en el Reino de Dios.

Pedimos también que las riquezas no sean motivo de tropiezo en nuestro peregrinaje al Reino de Dios. Que no dudemos en “canjear” los bienes terrenales por aquellos que son eternos.

Pedimos también no dejar de indagar en el significado de la Cruz. Rogando siempre a nuestro Padre Celestial para que nos muestre constantemente toda la verdad que emana de ella. Porque no podemos ver la Cruz de nuestro pecado a través de los ojos de nuestro cegado entendimiento. Y porque sólo nuestro Salvador puede abrirlo al escuchar el clamor de un corazón arrepentido. Que por tan grande salvación hoy muchos alaben y glorifiquen a Dios sin remedio.

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