Hoy pedimos al Señor que nos dé pasión por la oración. Enseñándonos también a orar. Buscando ser reflejo de su Gloria, reconociéndole como nuestro Padre Celestial, buscando y siendo militantes de su Reino, pidiendo su voluntad antes que la nuestra, admitiendo nuestra total dependencia de Él, esperando en su provisión constantemente, confesando y arrepintiéndonos mientras perdonamos a los demás. Pidiendo auxilio ante la tentación y buscando su protección contra el mal. Implorando su Santo Espíritu a todas horas. Porque su 💡 luz nos es necesaria constantemente, no sólo para dar un paso más, sino también para ver en nuestra propia oscuridad todo aquello que permanece oculto y aún hay que limpiar.