Hoy nos regocijamos en el Señor de nuestra salvación. Sabiendo que pronto Él volverá, o volveremos nosotros a Él. Pero al mismo tiempo, recobramos santo temor y aliento de esperanza. Al observar la brevedad de la vida, el inevitable justo juicio de Dios y la trascendencia de la eternidad, bien sea para vida, o para muerte.