Génesis 17:3

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3. El primer requisito para tener auténtica comunión con Dios no es el corazón altanero ni la mano alzada, sino todo lo contrario: El corazón humilde y el rostro postrado. A menudo, los silencios de Dios no ocurren tanto porque Dios no desee hablarnos, más bien somos nosotros quienes no nos acercamos a Él como es debido. En este episodio, por primera vez, nos es revelado el nombre de Dios: “eil-shadday”(Dios todo poderoso). Asistimos a un acto de estrecha comunión entre Dios y Abraham, en el que percibimos no solo su inmensa majestad y poder, sino también su deseo de comunión con nosotros.

Aprendemos que para tener esta relación con Dios debemos empezar considerando quién es nuestro interlocutor, y cuál es nuestra verdadera condición. Lo primero que uno hace cuando descubre a Dios es, necesariamente, caer al suelo en una actitud de humillación y adoración. Aún hoy en oriente…

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La pau de Jesús

Parlem de la pau de Jesús, però ens hem adonat alguna vegada com era aquesta pau? Llegeix la història de la seva vida, els trenta anys de submissió silenciosa a Natzaret, els tres anys de servei, la calúmnia i el menyspreu, el maltractament i l’odi que va patir, tot va ser infinitament pitjor del que nosaltres mai podem arribar a passar; tot i això la seva pau va romandre impertorbable, res la va fer trontollar. És la pau que Déu exhibirà en nosaltres als llocs celestials; no hi ha pau com aquesta en tot afany a la vida, en el treball que ens ocupa, en el nostre estat físic, allà on Déu compon les nostres circumstàncies: «La meva pau»: És la pau impertorbable i inviolable que Jesús va impartir-nos per cada aspecte de la nostre vida.

El teu toc encara té el seu antic poder. Toca’m, Senyor, fes-me tenir comunió amb tu mateix fins que tot el meu ésser resplendeix amb la teva pau i el teu goig.

Preguntes per reflexionar: Tinc el tipus de pau que pot suportar els assalts de la calúmnia i l’odi? Què és més probable que pertorbi la meva pau? Per què?

Owald Chambers

Cites preses de: «Our Brilliant Heritage» i «Knocking at God’s Door,», © Discovery House Publishers

Jesús, el princep de la Pau

Jesús és el «Príncep de la pau» perquè només en ell els homes poden tenir la bona voluntat i la pau de Déu a la Terra. Gràcies a Déu que mitjançant aquest Fill estimat, la gran pau de Déu pot venir a cada cor i a cada nació sota el cel, i no pot venir d’una altra manera. Cap de nosaltres mai podrà tenir bona voluntat vers Déu si abans no escolta el seu Fill. L’únic camí vers la pau, la salvació, el poder, i tot allò que Déu té en el camí de les benaurances i les benediccions per a nosaltres individualment i per al món sencer es troba només en el Fill de l’Home.

Quan s’utilitza la frase: «la Passió del nostre Senyor», s’està parlant de la transfiguració de la pau, el poder i la paciència.

Preguntes per la reflexió: De quina manera intento fer la pau amb Déu sense passar pel seu Fill? La meva pau és apassionada o letàrgica?

Oswald Chambers. Cites preses de: «Ell em glorificarà», © Discovery House Publishers

Un espíritu maligno expulsado

Marcos 9:14-29

En este episodio Jesús se encuentra con algunos discípulos enzarzados en discusiones y polémicas con los fariseos, grandes amantes de este tipo de debates. Es de notar que se encontraban rodeados de una gran multitud quizá porque la gente tiene cierta tendencia a la morbosidad y al deleitarse con acaloradas discusiones.
¿Pero, merece la pena enzarzarse en polémicas estériles? En aquel momento, la discusión no era otra cosa que la consecuencia lógica de no tener la suficiente fe como para estar a la altura de las circunstancias. Por muchas razones que tuvieran los unos y los otros, lo cierto era que no habían conseguido expulsar aquel espíritu inmundo a causa de su falta de fe.
El Señor Jesús no esconde su frustración con sus discípulos. Después de todo lo vivido con ellos, estos apenas tienen fe. La expresión “generación incrédula” denota que la falta de fe de los discípulos no era algo “ocasional”.
Qué duda cabe, que la tarea que tenían los discípulos por delante con aquel endemoniado era mayúscula. Existen seres espirituales que habitan en seres humanos, los subyugan y los torturan. Cuenta el texto bíblico que el espíritu maligno, al percatarse de la presencia de Jesús, hizo una demostración de fuerza y de poder sobre el hombre que tenía sometido.
Inmediatamente, Jesús busca en el padre del muchacho poseído un apoyo de fe sobre el cual trabajar. La pregunta de Jesús evoca la que pudiera haber hecho un médico. Jesús involucra al padre del chico en la expulsión del espíritu inmundo. La respuesta del hombre deja ver la magnitud de la influencia demoniaca sobre su hijo. El espíritu no solo ha utilizado ese pequeño cuerpo para habitar, también ha hecho todo lo que ha podido para torturarle hasta la saciedad. El hecho que el Padre describiera la situación de su hijo retrospectivamente provoca en él una catarsis por la cual se ve abocado a abrazar la fe en Jesús. Por un lado, reconoce la capacidad y autoridad de Jesús para expulsar demonios, y por otro, le pide que tenga misericordia de él y de su hijo.
Una vez más Jesús habla de las excelencias de la fe: “Todas las cosas son posibles para aquel que cree”. Sus palabras suscitan en nosotros la pregunta: “¿Cuánta es nuestra fe?”. Las palabras del padre se volvieron en clamor. Su grito implorando misericordia lo desnudó de todo orgullo y le humilló hasta el punto de reconocer su incapacidad para albergar esa fe que tanto necesitaba.
Al parecer, un imprevisto aceleró la labor de Jesús. Una multitud tumultuosa se precipitaba al lugar donde Jesús trataba de echar aquel demonio. Jesús nunca fue amigo de grandes multitudes. No las rechazaba, pero si podía, las evitaba. Así que la inminente aparición de todos aquellos hombres precipitó los siguientes acontecimientos.
Es obvio que por ser sordomudo no estás necesariamente poseído por el diablo. Sin embargo, en este caso, la posesión demoniaca ejercía de ese modo su dominio y opresión sobre el hombre afectado. Jesús, entonces, identifica el ente causante de aquel mal y ordena, con autoridad divina, su inmediata expulsión de aquel cuerpo, de una vez por todas.
Después de aquel exorcismo, quedan demostrados los devastadores efectos de la posesión demoniaca en aquel muchacho. Nunca hay que desestimar ni el poder ni la capacidad demoledora de las tinieblas en el ser humano. Tal fue el zarandeo final sufrido por aquel hombre, que todos pensaron que estaba muerto.
Acto seguido ocurrió algo que aquel hombre no olvidaría jamás. Sentir la mano de Jesús tomando la suya. Sentir como las fuerzas que le habían robado volvían a ser suyas. Ver como podía levantarse de nuevo por su propio pie. Jesús hizo algo que nada ni nadie había conseguido con anterioridad, devolver a aquel hombre la libertad, la sanidad y la paz que con tanto ímpetu le habían usurpado.
Pasado aquel suceso, llegada la quietud del recogimiento del final de la jornada, Jesús escucha de sus discípulos aquello que, probablemente, esperaba oír: “¿Por qué no pudimos echarlo fuera?”.
Para vencer las fuerzas espirituales malignas que campan a sus anchas en los corazones humanos lo último que debemos hacer es confiar en nosotros mismos. Manchas de orgullo cayeron sobre aquellos discípulos al recibir el mandato de Jesús. En definitiva, querían obedecer a Jesús, pero sin contar con Él. Dicho también de otro modo, quisieron añadir mérito personal a la labor que les había sido encomendada. Sin embargo, nada en absoluto podemos esperar, ningún logro en nombre de Jesús podremos conseguir si no imploramos antes a nuestro Señor en oración. Cuanto más humilde es la iglesia, más tiempo dedica a la oración, y menos se aferra a este mundo. Es necesario abandonar estos viejos rudimentos mundanos para poner en práctica nuestra fe en Jesús. Sólo entonces añadiremos algo de “sana insensatez” a nuestras vidas, y dejaremos libres nuestras manos de bienes materiales para así poder luchar con armas espirituales.

Génesis 17:2

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con los hombres.

2. El pacto que Dios hace con Abraham es unilateral. Por lo tanto, es Dios quien hace un pacto eterno del cual todos nosotros, los que creemos en el Señor Jesucristo, hemos sido hechos partícipes. Es un pacto personal, porque Dios ha creado al hombre a su imagen i semejanza, por lo tanto, puede tener una relación con él.

No hay mayor milagro que el de la vida. La capacidad de tener descendencia, perdurar a través de las edades mediante la prole.  En los tiempos y en la cultura de Abraham los hijos tenían un valor social mucho más relevante del que tienen hoy en día en occidente. En la sociedad del patriarca los hijos eran un preciado activo por el cual una familia se aseguraban la subsistencia, adquiría prestigio social, y prosperidad económica, así como, la continuidad de la estirpe a través de los tiempos.

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