
Mes: marzo 2018
Jesucristo sana mucha gente enferma
No podemos separar el ministerio de Jesús y la instauración del Reino de Dios. Jesús no solo se preocupó de proclamarlo y enseñarlo sino también de llevarlo a cabo. En Jesús, el Reino de Dios abarca todas las esferas. En las Sinagogas abría los ojos espirituales a aquellos que escuchaban su Palabra, pero fuera de ellas sanaba los enfermos. Y todo por su Palabra, porque nadie como Dios mismo humanado podía administrar la Palabra de Dios a los hombres. En sus enseñanzas se asientan los fundamentos de su Reino, de tal modo que en el Sermón del Monte establece la misma Constitución de ese Reino. Así que:
- Jesús manifiesta su soberanía sobre las distintas esferas espirituales subyugando demonios y liberando a aquellos hombres poseídos y tiranizados por ellos.
- Jesús muestra su soberanía sobre las enfermedades ejerciendo como médico sanador de toda enfermedad, pues tiene el poder para terminar con toda forma de sufrimiento. Como vemos en este texto, ni tan solo pasó por alto a la suegra de Simón que yacía con fiebre en la cama.
Por otro lado, Jesús huyó constantemente de cualquier protagonismo, evitando hacer exhibición de sus milagros. A él le interesaban las personas. No dudó en dedicar horas y horas en atenderlos escuchándolos y sanándolos tanto física como espiritualmente.
Observamos también que Jesús era un hombre madrugador, y su jornada no terminaba hasta bien entrada la noche. El Hijo de Dios empezaba el día de la mejor forma que se puede empezar: Orando. Jesús tenía su propio programa y sabía que las cosas hay que empezarlas siempre desde el principio.
De nada sirvieron los ruegos de aquellos que le pedían que se quedara. Era necesario que terminara su propia agenda. Jesús no buscaba la fama ni el prestigio, su prioridad era extender el Reino de Dios, que en definitiva es la única solución a los problemas del hombre. Era necesario predicar el Evangelio a aquellos que aún no lo habían escuchado. Era necesario agradar a Dios antes que a los hombres.