7. Es el Señor es el principio y el final de nuestra salvación. La fe no tiene su origen en nosotros mismos sino en la obra salvífica de nuestro Dios. Él ha empezado la obra en nosotros, y Él la terminará. La fe son los pasos que nos llevan de Ur de los caldeos a la Tierra Prometida.
Emprender el camino de nuestra fe implica necesariamente deshacernos de algo. Las demandas del Reino de Dios no son compatibles con las demandas de este mundo. El Reino de Dios demanda nuestra preferencia. Nuestra fidelidad al Señor y a su Reino deben estar por encima de nuestros intereses personales, incluso de nuestros lazos familiares. El Reino de Dios solo pertenece a Dios, nunca a los hombres. Sólo Él, soberanamente, puede revelarlo, y hacernos sus ciudadanos.
Abram recibió un nuevo nombre al salir de su tierra natal. Su nuevo nombre “Padre de…
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