Romanos 11:32-36

Cuán insondables son tus caminos, oh Señor. Cuán admirables son tus juicios, y cuán inmensa es tu misericordia ¿Quién te podrá premiar por la grandeza de tus designios? Mueve, Señor, nuestros corazones. Haznos caer de rodillas delante de ti en sincera actitud de adoración y alabanza. Porque tú eres el principio y el fin de nuestra salvación. Porque de ti, por ti y para ti son todas las cosas. A ti sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

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