Señor, ayúdanos a considerar tu poder y tu justicia. Ante tu santidad, pon en nosotros temor y temblor ¿Porque qué Dios hay como tú que perdona la iniquidad y olvida el pecado del remanente de su heredad? Tú, que no retuviste para siempre el enojo, y cuyo deleite es tu misericordia. Alabado y bendito seas. En el nombre de Jesús. Amén.