13. Así que los siete sacerdotes empezaron a tocar las siete bocinas de cuerno de carnero. Da la sensación que, más que empezar un ataque, lo que está empezando es un festival de adoración y alabanza. Y es que no había para menos, pues lo que hacían aquellos sacerdotes en realidad era proclamar la victoria sobre la ciudad. Todo aquel sonido no era otra cosa que el sonido de la adoración y la alabanza que rendían a Dios por su victoria. Ello, probablemente nos recuerda que nunca debemos dejar de ser agradecidos a nuestro Dios por su obra, pasada, presente y futura. El pueblo de Israel no estaba representando ninguna farsa. Allí estaba el arca de Dios, allí estaba su presencia y su palabra como garantía de lo que iba a acontecer. Allí estaba Dios sosteniéndolos con su poder.
Dios es muy paciente y bondadoso, de hecho, el Señor estaba incluso ofreciendo a los habitantes de aquella ciudad una oportunidad para arrepentirse, porque “Dios no contenderá con el hombre para siempre”. Así que el juicio de Dios, cuando venga sobre la ciudad será quizá cruel a nuestros ojos, pero justo a la luz de Dios. Porque al final cada uno recibirá conforme a sus obras, porque es solo mediante el arrepentimiento que uno puede cambiar. Porque Cristo solo puede ser Rey de aquellos que previamente se han arrodillado en arrepentimiento..
La vida del creyente es una vida de constancia, y de continuidad. Por fe creemos la Escritura porque ellas nos hablan de Jesucristo, por fe obedecemos a nuestro Señor, por fe soportamos el oprobio de los hombres, por fe sufrimos y esperamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo.
Es a causa de la fe que el apóstol Pablo nos insta a no cansarnos de hacer el bien, porque el Señor ha prometido que a su debido tiempo cosecharemos, si no desmayamos.
Pero el que persevere hasta el fin, ése será salvo.
(Mat 24:13)